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Definir para quién quieres trabajar es uno de los primeros pasos que debes dar como traductor emprendedor.
Unos días atrás, recibí varios comentarios que, más o menos, se resumen así: “Mi cliente ideal es aquél que quiera trabajar conmigo”.
Por un lado es cierto, hay que pagar las cuentas y comer todos los días. Pero no tan cierto cuando estás pensando en definir tu identidad y lo que vas a aceptar como meta a mediano y largo plazo.
Y recuerda lo que cualquier libro o curso de negociación dice: para toda relación comercial, siempre debes apuntar a crear valor a largo plazo, es la única forma para que ambas partes salgan beneficiadas.
Es verdad que el cliente tiene que elegirte, pero también es verdad que es esencial que conozcas a tu cliente y vital que tú lo elijas. Si no lo haces, puedes sufrir mucho.
Las empresas por dentro
Quiero contarte una historia desde mi propia experiencia en el área de abastecimientos en una multinacional.
Sí, era una de esas empresas a las que todo el mundo quiere entrar. De esas empresas que le dan un impulso a tu carrera profesional, a tu crecimiento personal… que da prestigio y reconocimiento y por fin, tu CV brilla.
Pero la realidad es que la mayoría de las personas que conocí ahí, no lograban lidiar con las presiones sin sentido, los jefes y sus caprichos, las meritocracias y a los seis meses de haber entrado, renunciaban.
Los que nos quedamos (yo aguanté 10 años), enfrentábamos la decisión de convertirnos en dos tipos de empleados:
- Aquellos a los que la empresa “evangeliza” y se convierten en personas frías, falsas, soberbias, condescendientes con un sinfín de injusticias y esos que dejan que el jefe gane el partido de tenis para tener un ascenso o un bono de fin de año.
- Los resignados y sumisos, responsables, eficientes, honestos, que trabajan como hormigas y por eso reciben todo tipo de presiones, maltratos y menosprecios, y los que, cuando las cosas salen mal, son los culpables y responsables de todo, y a los que terminan despidiendo.
No podía dilatar más mi decisión. No podía, y no quería, convertirme en ninguno de los dos. Y no te das una idea el desgaste que es tener que fingir ser algo que no eres.
Por eso renuncié.
Por qué las urgencias no son tan urgencias
Era un jueves de invierno y media hora antes de irme, recibo un mail en el que me decían que un equipo rarísimo se había roto. Me pedían que encontrara un reemplazo en tres días con el riesgo de que se parara la producción de la empresa.
En los próximos diez minutos me llamaron cinco jefes para explicarme lo delicado de la situación y lo fundamental que era encontrar un reemplazo de esa máquina.
De un momento a otro, yo y solo yo, era el responsable de conseguir el equipo, no importaba cómo o dónde pero si cuándo: en tres días. De eso dependía el trabajo de todos.
Contarte los detalles sería muy aburrido. Pero las presiones de los distintos sectores de la compañía fueron muchas.
Como persona responsable y profesional, trabajé duro y fuerte. Para que tengas una idea, ese jueves llegué a casa a las 9 pm, el viernes a las 11 pm y para el sábado a las tres de la tarde, el equipo de reemplazo ya había ingresado a la planta listo para trabajar.
Nunca nadie me avisó si las cosas andaban bien pero, si había silencio, era que todo estaba OK. Al jueves siguiente me llamaron para decirme que, al final, al equipo no lo habían usado. Que lo devolviera.
Cuando pregunté qué había pasado, me dijeron que habían reparado el equipo original pero que “por las dudas” me habían pedido el otro, ese por el que tanto me hicieron correr. Tampoco te voy a decir lo que pensé en ese momento, pero sí que conté hasta mil para no ponerme verde como Hulk.
Las urgencias en el caso de los traductores
Y lo peor es que con las traducciones sucede algo muy similar en las grandes empresas.
Hubo una época en la que tuve que contratar traductores. Sí, yo contrataba a esas agencias que te contratan a ti, y era el que les definía y solicitaba los plazos de entrega.
¿Sabes cuántas veces pedimos tradus urgentes para reuniones que después se cancelaban?
Y cuando esas reuniones se cancelaban… ¿crees que me dejaban cambiarle el plazo de entrega a la agencia?
¿Sabes cuántas veces me hicieron “apretar” y amenazar a una agencia con quitarle el contrato por entregar un proyecto tarde?
SÍ, yo era uno de los que hacía correr a traductores, y muchas veces, como decimos en Argentina: “al pedo” (inútilmente).
Y lo peor, me hacían hacer lo mismo que yo odio que me hagan. Por eso te digo que a la larga te puedes convertir en alguien que no quieres ser.
En 10 años tuve la posibilidad de hablar con muchos colegas compradores y en todas las empresas pasa lo mismo.
¿Que no siempre es así? No, seguramente no. Pero muchas veces sí, y más de lo que te imaginas.
Mi cliente ideal
¡Ojo! Las urgencias existen y siempre van a existir. Estoy seguro que es bajo presión cuando podemos dar lo mejor de nosotros, descubrir nuestros límites y superarlos.
Pero yo quiero urgencias reales. Si no lo son, el efecto es contrario, pasa la del pastorcito y puede que te relajes.
Hoy sé que es poco probable conseguir que una empresa grande te reconozca, valore y pague lo que te mereces. La gente que trabaja allí está preocupada por otra cosa.
No digo que no trabajes para empresas. A la larga, cada uno elige para quién quiere trabajar. Lo que digo es que tienes que saber que para una empresa no eres más que un engranaje en una enorme ecuación matemática en la cual, sí o sí, tiene que haber ganancia económica.
Por eso elijo trabajar para emprendedores que admiro y con los que conecto, que saben lo que es trabajar duro por un proyecto, que saben que de esa traducción depende su prestigio y por lo tanto van a valorar y recomendar mi trabajo.
Y tú: ¿Para quién eliges trabajar? ¿Conoces a tus clientes? ¿Qué aceptas implícitamente cuando decides trabajar para ellos? ¿Conoces las reglas del juego?
Sobre el autor de esta publicación
Hola, soy Mati Ortiz. Mi propósito es ayudar a traductores a mejorar su calidad laboral. ¿Por qué? Porque sé que los traductores nos merecemos trabajar más tranquilos, con clientes que nos valoren, mucho mejor pagos y con más tiempo libre de calidad.
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También puedes pasar directo a la acción con mi servicio de mentoría 1 a 1 en donde pondremos todos estos conceptos en práctica.
Yo también estaba cansado y puse mi vida y mi profesión en acción. Aquí puedes saber cómo lo hice.
Hola, Matias.
Muy buen post. Me sentí identificado contigo ya que en mi familia son muy «ortodoxos». Ellos piensan que por el hecho de trabajar en la casa y estar «todo el día pegado a una computadora» uno es un vago y no entienden las horas de frustación, cansancio, y recompensas. Después de más de un año me di cuenta que debo evolucionar para obtener mayor libertad financiera haciendo lo que me gusta, traducir.
Seguiré atento a tus posts y aprendiendo un montón.
Gracias.
Pedro, que bueno que te hayas sentido identificado, no eres el único al que le sucede. Está muy bien que hayas decidido evolucionar, espero de corazón que lo hagas como emprendedor online porque no solo vas a poder traducir, sino compartir lo que sabes y generar ingresos pasivos que te permitirán tener mayor libertad financiera. Tienes que lograr que la frustración y el cansancio se conviertan en impulso y satisfacción. De a poquito iré subiendo posts con más datos y tips. Gracias totales por tu comentario y ya me contarás si puedo ayudarte en algo.