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Poco se dice de los errores en la carrera de traducción a la hora de preparar a los alumnos para enfrentar el mundo real.
Es cierto, es un tema áspero y puede sonar políticamente incorrecto. Quizá por eso nadie habla sobre él. Pero para mí es más que necesario hacerlo.
Y aquí vamos a ponernos de acuerdo en que traducir es solo una parte de lo que los traductores hacemos en nuestro día a día. En el mundo real tenemos que vérnosla también con las vueltas de una industria que puede llegar a ser abrumadora, pero que a la vez hay que entender si queremos ganarnos la vida traduciendo.
También, en el mundo real, tenemos que promocionarnos y vendernos, tratar con clientes, negociar con ellos, manejar nuestras propias finanzas y por sobre todas las cosas, lidiar con nuestro propio mindset.
¿Cuán preparados salimos de la universidad para enfrentar todos estos desafíos?
Yo creo que muy poco.
¿Esto quiere decir que la universidad no hace las cosas bien?
No estoy diciendo eso.
Estoy eternamente agradecido a la universidad pública en la que obtuve mi título de grado en traducción. Es una herramienta indispensable que me permite abordar con responsabilidad y profesionalismo cualquier tipo de proyecto que llegue a mis manos y la que me diferencia de una persona que es solo bilingüe.
Después de mucho esfuerzo estudiando, obtenemos nuestro título, esa llave dorada con la que podemos abrir muchísimas puertas.
Pero también es cierto que basta poner el pie en el mercado para entender que hay muchísimas otras puertas en las que esa llave no encaja.
Y nos sorprendemos porque, después de haber pasado por tantos años de esfuerzo y exigencias, el mundo nos espera para darnos una cachetada de realidad.
Cómo surgió este artículo
El domingo charlaba con una traductora que me contó todas las cosas que vivió (o sufrió) en la universidad durante su época como estudiante. Me hizo recordar a muchas de las que yo también viví durante esos años.
Algunas fueron motivo de risas pero otras fueron motivo de preocupación.
¿Por qué? Porque de todas esas experiencias en las instituciones de formación surgen personalidades profesionales estandarizadas que, poco a poco, van afectando la personalidad del colectivo profesional.
Y aquí pongo un ejemplo: es sabido que un traductor tiende a ser introvertido o tímido. Si en la universidad nos acentúan esas cualidades, no es extraño que el colectivo profesional tenga dificultades para venderse, valorizarse frente a los clientes y negociar mejores condiciones.
Entonces, el hecho de que no lo hagamos es totalmente entendible. Nadie nos enseñó ni nos incentivó a hacerlo.
La traducción no se vende sola
A diferencia de otras carreras, la traducción no se vende sola.
Todo el mundo tiene en claro que para curarse de una enfermedad tiene que ir al médico; para sacarse una muela, tiene que recurrir a un odontólogo; y para evitar que una casa se caiga, es necesario contratar a un arquitecto.
Pero no todo el mundo tiene en claro que quien quiere comunicarse de forma efectiva en otro idioma necesita de un traductor.
Aquí puede surgir la pregunta de si la universidad debería o no hacerse cargo de esta situación.
La respuesta da para largas discusiones que no voy a abordar aquí. Pero sí pienso que al menos las universidades no deberían estar ajenas a la realidad que les espera a los traductores cuando salen a buscar trabajo.
Este NO es un artículo de crítica a la carrera de traducción
En este artículo no entraré en la discusión de si se puede o no se puede mejorar lo que sucede en las universidades o centros de formación de traductores.
Tampoco es mi intención entrar en la rueda de la queja de «lo que debió haber sido y no fue».
Mi intención aquí es ayudarte a entender para qué te formaron y para qué no. Y que así te hagas responsable de tu situación y tomes las acciones necesarias para avanzar en tu carrera profesional sin importar si hace años que te graduaste, si lo hiciste hace una semana o si aún estás estudiando.
Los 5 grandes errores que cometen las universidades en las carreras de traducción
Ahora sí, de charlas y conversaciones con traductores, he recopilado estas 5 carencias que sufren la mayoría de las carreras de traducción en su programación formal.
1- La necesidad de ser perfectos
¿Quién de nosotros no se desveló por una coma, una vírgula o una sangría mal puesta en un examen?
¿A quién alguna vez un profesor no lo corrigió y lo hizo sentir chiquito e insignificante?
Y las correcciones se repiten una y otra vez hasta que llegamos al punto de buscar en el diccionario si ‘hello’ se traduce como ‘hola’ en tal o cual contexto.
Y nos acostumbramos a sentirnos inseguros porque sabemos que una coma mal puesta es motivo para desaprobar un examen final.
No tenemos permitido equivocarnos, tenemos que ser “perfectos”.
Y cualquier imperfección, cualquier punto fuera de lugar, nos deja con la sensación de que no somos tan buenos como deberíamos ser.
Así y todo, superamos todas esas dificultades.
Pero una marca de todo eso queda grabada en nuestro inconsciente. Y esa marca es una especie de inseguridad con la que salimos a que nos coma un mercado en el que no podemos vacilar ni demorarnos buscando dos veces una palabra en el diccionario porque perderíamos tiempo.
2- La invisibilidad del traductor
Hay una frase que circula en las redes que dice: Translators are like ninjas, if you notice them, they are no good.
Como mentor de traductores en marketing digital, esta frase me genera sentimientos encontrados. Está 100% sesgada.
Cuando nos formamos, nos enseñan a respetar el original, camuflar nuestra presencia, pasar lo más desapercibidos posibles y a priorizar el mensaje original por sobre nosotros mismos.
Y está bien que así sea. Pero solo cuando traducimos.
Lamentablemente, mantener esa actitud luego nos afecta en todas nuestras facetas profesionales.
De nuevo, es normal: nadie nos enseña que cuando acabamos la traducción, tenemos la obligación profesional de dejar de ser invisibles y convertirnos en leones que rugen para defender nuestro trabajo frente a los clientes.
Porque un ninja no siempre es invisible.
Cuando un ninja aparece se hace notar: pelea, lucha y todo el mundo sabe que está ahí.
Visible o no, está presente y su mera presencia es motivo de respeto.
3- Existen más especializaciones que las que nos enseñaron
Cada traductor con el que hablo tiene una idea magnífica sobre lo que le gustaría traducir: uno me dijo que quiere traducir para yoguis, el otro sobre traducciones ferroviarias y otro para profesionales de la musicoterapia.
Y entre ellos siempre surgen las mismas preguntas: ¿Podré traducir de esto? ¿Encontraré clientes?
Mi respuesta siempre es la misma: ¡por supuesto que sí!
Pero me pregunto: ¿por qué un traductor duda tanto?
Primero, porque como ya vimos, nadie nos enseñó a tener seguridad.
Y segundo, porque nunca nadie nos dijo que podíamos traducir en un sinfín de especialidades.
Las formaciones pasan por lo jurídico y legal, por lo médico, por la ingeniería, por la arquitectura, por lo literario y no mucho más.
Pero nunca nos dijeron que podemos especializarnos y traducir sobre música, sobre deportes, sobre comunicaciones, o sobre zooterapia. Y siempre que haya dos profesionales de un área particular en lugares que hablan distintos idiomas, habrá necesidad de un traductor.
Nunca nadie nos enseñó que podemos traducir lo que nos gusta si nos preparamos y nos formamos para eso y que hay tantas especializaciones como personas en este mundo.
4- La universidad no se aggiorna a la era digital
Así quedé cuando me contaron que en muchos centros de formación aún hay que ir a rendir con diccionarios físicos: 😱
Come on! Are you serious?
Si hay alguna buena razón para esto o si esto no es tan así, por favor déjame tu parecer en los comentarios.
Estamos en la era de las comunicaciones digitales. Nos deberían empezar a formar para poder apoyarnos cada día más en las herramientas online que tenemos a nuestra disposición y a enseñarnos cómo usarlas de forma óptima.
El mercado es una jungla y si olvidamos formamos en cosas que él sí va a requerir de nosotros (por ejemplo: productividad), entonces: ¿cómo se supone que seamos profesionales que prosperemos?
NOTA: Aquí creo que las CAT tools es un tema que merecería un artículo aparte.
5- ¿Y qué hay del desarrollo profesional en la carrera de traducción?
Hay otros temas sobre los que deberíamos salir bien formados después de la universidad: búsqueda laboral, marketing, finanzas, incluso negociación, mindset y liderazgo.
Entonces: ¿algún profesor alguna vez habla sobre esto?
Pareciera que fueran disciplinas ajenas a nuestra profesión.
¿Por qué nadie las menciona? ¿Son temas tabú?
Quizá sean áreas que los traductores desconocemos totalmente y por eso preferimos no inmiscuirnos.
Si este es el caso, entonces ya es tiempo de que nos preocupemos por aprender y comenzar a formar a las siguientes generaciones de traductores, para que no cometan los mismos errores en los que caímos nosotros.
Entonces: ¿qué pasa cuando salimos de la universidad?
Varias cosas:
-Están aquellos traductores que logran descifrarse a ellos mismos y al mercado. Aprenden, se desarrollan y utilizan esa faceta de su personalidad para darle la vuelta a todo y prosperar.
-Están aquellos que quedan atrapados en lo que la universidad les inculcó. Intentan cambiar pero al no contar con el conocimiento necesario sobre sí mismos ni con las herramientas para enfrentar el mercado, no pueden salir de la rueda del hámster.
-Y aquellos, como me pasó a mí dos años después de graduarme, que prueban un tiempo y al ver que los resultados no son óptimos, claudican y optan por nuevas alternativas laborales.
Insisto, este no es un artículo de queja. Lo escribí para que tomemos consciencia que nada es fijo o definitivo. Que el hecho de que no hayamos podido con algo en el pasado, o que no podamos con algo en el presente no quiere decir que estemos limitados para siempre.
Ya sabemos lo que está mal.
Ahora se trata de tomar acción. Primero será para ocuparnos con responsabilidad de mejorar nuestra propia realidad, para que con el ejemplo empecemos, poco a poco, a mejorar la situación colectiva de todos los traductores.
LA RESPONSABILIDAD DE CAMBIAR NUESTRA REALIDAD PROFESIONAL ES DE TODOS.
Si piensas que hay algún otro error o carencia en el sistema educativo de la carrera de traducción, me encantaría agregarla a este artículo. Por favor, escríbela en los comentarios aquí abajo o envíamela por mail a: contacto@letrasnomadas.com
Sobre el autor de esta publicación
Hola, soy Mati Ortiz. Mi propósito es ayudar a traductores a mejorar su calidad laboral. ¿Por qué? Porque sé que los traductores nos merecemos trabajar más tranquilos, con clientes que nos valoren, mucho mejor pagos y con más tiempo libre de calidad.
Si quieres saber cómo puedes lograrlo, descarga la guía gratuita con los “7 consejos + 1 para solucionar los problemas de lo traductores freelance”.
También puedes pasar directo a la acción con mi servicio de mentoría 1 a 1 en donde pondremos todos estos conceptos en práctica.
Yo también estaba cansado y puse mi vida y mi profesión en acción. Aquí puedes saber cómo lo hice.
Hola, Mati.
Me encantó el artículo y creo que todos los que estudiamos traducción nos sentimos identificados.
En cuanto a las herramientas online, debería aprovecharse su uso al máximo durante las clases ya que serán nuestras aliadas del día a día en el trabajo.
Al salir de la universidad la mayoría no estamos realmente preparados para enfrentarnos al mercado. Por eso concuerdo con que el marketing, la negociación y las demás disciplinas que nombrás se deberían incluir en la currícula de las carreras de traducción. Hacernos notar, sumar contactos y generar confianza son factores indispensables para crecer como emprendedores y llegar a más clientes.
Saludos.
¡Hola Ana! Mil gracias por tu comentario.
Totalmente de acuerdo contigo. Nos siguen metiendo en la cabeza los diccionarios y la “perfección” mientras que el mundo real requiere que seamos personas seguras, extrovertidas y capaces de vendernos sin tantos titubeos. Es una gran contradicción ¿No te parece?
Los planes de estudio de las carreras universitarias atrasan como mil años. Ni hablar de la de traducción, donde un egresado o estudiante tiene que ir a charlas de mentoring o inserción laboral y pagarlas aparte para enterarse de que existen CAT tools y que no son para que una agencia se quede con tus memorias y te saque trabajo: son para que trabajes más rápido y seas más productivo. Si la gente que forma a las nuevas generaciones sigue pensando que salir a promocionarse es caer bajo, si no habla de marketing porque les parece de mercachifle y sigue subido al caballo del Simon & Schuster de los 90s…vamos mal.
Gracias por traer este tema a la mesa, un beso.
¡Hola Verónica! Gracias a vos por compartir.
Me hiciste reír con lo del caballo de Simon & Schuster. El mío era Larousse, ja ja ja. Pero coincido plenamente en todo lo que decís. Ya no son tan importantes los conocimientos de terminología y tener 5 diccionarios. Lo importante hoy es saber diferenciarse del resto y de las inteligencias artificiales, que cada vez hacen un mejor trabajo. ¡Aunque no quiero entrar en otra discusión! 😉
¿Cómo no sentirme identificada con este relato? La educación necesita una vuelta de tuerca y nuestra carrera no es la excepción. Ya no alcanza con dar información porque hoy todo está en línea; ante esta realidad, ya no es válido que el plan quede limitado a las materias de siempre. Ya no alcanza.
Nuestra hermosa y desafiante profesión va más allá de ser gramaticalmente perfectos; la evolución constante de la lengua y de todo a nuestro alrededor, crea exigencias que junto al contexto real en que se ejerce la profesión, ponen en evidencia cuánto nos falta aprender, y que el título, recién salidito del horno, no nos servirá de mucho si no lo complementamos con la vida misma.
Creo que el cambio es posible con la cabeza abierta y un plan de estudio permeados de actualidad. Es necesario que se incluyan otras materias que no tienen que ver con la lengua en sí pero que serán parte del día a día profesional, para no salir con tanto título y tan off topic al mismo tiempo.
¡Gracias por tu reflexión, Mati!
¡Gracias a vos Caro por pasar y comentar!
Lamentablemente en las últimas décadas el mundo ha avanzado a grandes pasos que las instituciones no pueden seguir por ser tan arcaicas y burocráticas. Estoy convencido que está en nosotros la responsabilidad de abrir las cabezas con nuestras propias acciones.
Lo que hagamos, y no tanto lo que digamos, será el factor de cambio cuando las universidades se empiecen a dar cuenta que, como decís, deben empezar a ser más permeables.
Me encantó tu artículo, Mati. Yo no lo siento como una crítica, sino como la mera realidad. Nos enseñan a hacernos problema por una coma o un punto, pero poco nos hablan de marketing digital o de CAT tools.
Entonces salimos como profesionales que pueden recitar los mandamientos de la RAE de memoria, pero que no saben cómo ofrecer sus servicios, dónde, a quién, etc.
Y también coincido en que nos enseñan a ser invisibles y creo que eso es lo que más nos afecta a la hora de salir al mercado: queremos vender, pero a su vez no queremos llamar mucho la atención, no sea cosa de que todos nos vean…
Creo que es hora de que los planes de estudio se «aggiornen» un poco a la realidad del mercado, como decís vos, y hagan más hincapié en todas los otros aspectos no lingüísticos que también hacen que un traductor profesional pueda ofrecer servicios de calidad.
¡Gracias por tu reflexión!
¡Gracias, Sole! Qué bueno compartir estas opiniones.
Estoy convencido que todo lo que estamos haciendo, vos desde Semillar y yo desde Letras Nómadas, servirá para que las carreras comiencen a “aggiornarse”.
Hola, Matías. Este me parece un excelente artículo y ya me veo compartiéndolo en muchos lugares. Quería aprovechar para hacer una aclaración desde mi perspectiva sobre el uso de diccionarios en la carrera. Casualmente soy profesor de Recursos Informáticos y Traducción I en el Traductorado Técnico-Científico y Literario de la ENSLV Sofía B. de Spangenberg, que es la misma institución que me formó.
En la clase de Recursos Informáticos trabajamos con todos los recursos en línea, con diccionarios instalables para uso offline y hacemos mucho hincapié en cómo procesar la información. Todo un abanico de posibilidades. Lamentablemente, la asignación de recursos en educación hace imposible trabajar todo en clases (tenemos computadoras de escritorio con Windows XP y 512 MB de RAM, o unas netbooks de 1GB de RAM y Windows 7 que funcionan muy mal y no alcanzan para todos), así que cada vez más trato de que trabajen más desde sus computadoras personales en casa con las pautas vistas en clase.
En el caso de Traducción I, trato de concentrarme mucho en que comprendan el proceso de traducción. Entre otras cosas, que tomen por costumbre leer a fondo y analizar el texto, buscar la definición de las palabras y entender el sentido de la oración y el párrafo antes de lanzarse alegremente a buscar en recursos bilingües. Tengo estudiantes que se acostumbraron a buscar en Linguee, WordReference y Foros para encontrar una respuesta que no pueden justificar porque no entienden. Ni hablar de los que ante cualquier duda pasan por Google Translate, que todos sabemos que no sirve para aprender a traducir.
Esto sumado a que no hay computadoras para todos en la institución y que no todos tienen o están dispuestos a traer las propias al aula, me llevó a que tome los parciales en papel y con diccionarios «analógicos». Para esto, elijo siempre textos que se puedan resolver de esta manera y no requieran ningún tipo de investigación en Internet. Noto que al trabajar en papel, y al tener que pasar en limpio el texto final, lo leen más a conciencia y detectan muchos errores que corrigen en el momento. Por supuesto que esto hace que los exámenes tomen más tiempo y que me lleve más tiempo y esfuerzo a mí corregirlos, pero creo que vale la pena.
Para el trabajo de clase y para los finales (que son obligatorios) pueden usar tranquilamente todas las herramientas informáticas que quieran, porque ya considero que hemos trabajado el proceso lo suficiente y que, mientras puedan aplicarlo, tienen derecho de trabajar como quieran.
Solo quería aportar un poco de mi visión, que de ningún modo invalida tu observación. Los institutos de formación deben estar al tanto y presentar las innovaciones tecnológicas como parte de la currícula para que el alumnado salga preparado al mercado laboral.
Gracias Nicolás por ampliar el debate desde el punto de vista de formador. Tu visión es clave para seguir entendiendo cómo podemos avanzar en formar profesionales más sólidos y preparados para enfrentar el mercado.